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Algo que me sorprendió mucho del Yi Ch'uan es su naturalidad tanto en las posiciones estáticas como en el movimiento. Y es cierto, la biomecánica que vamos aprendiendo a partir de los ejercicios de esta práctica, está completamente en armonía con el movimiento natural del ser humano.

La actitud que más nos deja avanzar es la de un niño que va descubriendo y disfrutando a partir de gestos sencillos y naturales: jugando con el agua, empujándola o salpicando; hundiendo una pelota en el agua, empujándola, recogiéndola... sin buscar conseguir nada, sin pretender nada que no sea descubrir y aprender.

Todas las indicaciones que se nos dan en el Yi Ch'uan nos llevan a experiencias que vamos teniendo desde que somos pequeños, y eso hace que sea más fácil y directo conectar con el ejercicio, el gesto y las sensaciones que conllevan.

Hay otro aspecto igual de atractivo para mí y es el papel del profesor o del maestro de Yi Ch'uan. El maestro no toma un papel de modelo al que se debe imitar, sino que se encarga de dar las herramientas necesarias para que los alumnos puedan llegar a sus propias conclusiones y, eso sí, contrastarlas con él para que les pueda guiar en la práctica. Esto hará que el alumno busque más en su interior y no se convertirá en una fotocopia sino en algo auténtico y personal. De esta manera también evitamos posibles proyecciones del alumno hacia el profesor y su persona.

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Como veis hablo tanto de profesor como de maestro y es que son muy diferentes; aunque se puede ser las dos cosas a la vez. Maestro no es alguien a quien admiran sus alumnos, es muy bueno en la práctica y se deja elevar a esa categoría...

Cuando un alumno da el paso de convertirse en discípulo es porque encuentra que esa práctica es en la que quiere profundizar y se compromete a ello. En mi caso, tras buscar en diferentes estilos y prácticas, cuando llevaba ya unos años estudiando el Yi Ch'uan vi claro que era lo que me interesaba y dejé de buscar más; decidí entregarme a esta práctica y confiar tanto en el método como en la persona que me lo estaba transmitiendo. Entonces el que era hasta entonces mi profesor adoptó un papel de maestro (padre, sifu). Desde ese momento cambia la enseñanza tanto en el orden de ir aprendiendo el método como en determinados detalles de la práctica. Por lo tanto una persona puede ser maestro de unas personas y profesor de otras que no están interesadas en profundizar en el método sino que se conforman con una práctica más superficial. Esta práctica más superficial no deja de ser auténtica pero carece de determinados aspectos.

Y lo mejor es que todo esto también se va dando de una manera natural.

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